Sunday, March 4, 2012

Nakamura Takumi: Haikus de invierno


























Los pinos rinden
sus armas a la nieve:
ramas caídas.






Süave cae
la nieve y sin embargo
tumba los árboles.  






                                            Traducción de José Luis Fernández Castillo

Saturday, February 18, 2012

Louise Herlin: de "El poema inacabado"


















Octubre en el olor de hojas empapadas
   la noche cae precoz a la salida de clase
   el rostro maternal de la espera
   una palabra un gesto recuperados al vuelo
        como se aferra una sombra
y la realidad sigue.







La adolescente en jeans y cazadora,
la cartera a la espalda, sonríe a los ángeles

avanza a grandes pasos en el vacío
   de su destino

Ignora el tiempo medido,
   el tiempo contado, descontado

Ignora las estadísticas que la condenan
   a las constantes de una cierta edad.

A grandes zancadas camina por la acera
desierta muy temprano sonriendo a la imagen
de ayer o de mañana: todo es uno para ella

El porvenir se le muestra bondadoso,
   lo posible es su horizonte

Aprieta el paso hacia…el presente
   ilimitado que la rodea.







Poda aquí escamonda reserva
El tiempo de vivir es largo
Y todo por descubrir
    ebriedades y sueño
    integridad, identidad
El sentimiento de lo posible fue el dragón
–Cerbero vigilando en el umbral del mundo. 







El fin del otoño todavía,
El río engalanado,
Estar allí mirando el agua inquieta

La familia intermitente
Sufre la misma suerte,
Prolongada en perfiles descosidos,
Fluctuante

Vivimos en la ausencia de vínculos firmes,
Y así la coyuntura nos reúne
En grupos de edades diversas

Cada cual combatiendo el tedio
De vivir, cada cual respetando
La desdicha del otro

Llevados todos a lo real en plenitud
Por lo irreal de la edad un día
En el que no aflora más que la marcha
De la estirpe

Aún golpea la existencia en el pecho,
Baten puertas,
Pupilas

Domingo, el agua libre del río
Dirige en lo profundo su caudal
Opaca, sin superficie por teatros de sombras. 







La mañana cárdena y gris,
una nube alargada sobre el horizonte,
el cielo calmo que domina sobre
la ciudad–y la respiración
de millones de seres que la habitan
nos acogen al despertar.

La extensión rosa y turbia
como un ancho dosel
sobre las concreciones de edificios intactos
salidos de la noche
envuelve la urbe,
crea su intimidad

El alargarse de la sombra –sobre la hierba–
del árbol del parque,
el sol muy bajo,
de puro látigo en las fachadas su brillo
dicen la hora matinal

A la escucha de los comienzos
nos reconciliamos con el día de ayer
Salvamos lo imperceptible
por venir. 




                                                Traducción de José Luis Fernández Castillo