Sylva
Finita, ayer, mi corazón te dijo.
Y aún principio no tenías
y aún no estás en el principio
y siempre eres anuncio del principio.
Intacta, fortificante piedra.
Mundos, furor nítido,
heridas innúmeras excelsas.
Cuerpos y ojos en joyero y cuna, cuerpos
cándidos, células
de activas nieves,
móviles cuerpos ternuras
en la mano, terror
en el alma, bruñidas
fosforescencias sobre tormentas y fallas. Yo
yo os reclamo, yo soy.
Todo aún: otras irisadas vivaces
tentaculares psiques,
otros escombros llenos de semillas,
otros misterios latentes, todo
aún
todo por consumar y por servir.
No tiene principio el amor.
“Ahora torna el año, sobre este cerro…”
Y frondas foscas sombrío en el fondo
del bosque, del único bosque,
del bosque eterno me hacen, me viven,
me murmuran
en miles de coros oscuros.
Subnarcosis
Pájaros
crudo infinito trino
sobre un árbol de invierno
algo crudo
quizás no verdadero pero único
resplandor de un posible
infantilmente ahumano
pero cierto en nosotros que escuchamos
–alarmados– lejos
–o incluso apaciguados–
lejos
Pájaros toda una ciudad
grávida
cerrada
glorias de
glotis
ingenios y liga de
doctrinas
un cerrado si-si-significar
ni siquiera infantil pero
adulto oculto en su minimidad
[dispersas especies de mi sueño
que nunca volverá].
Culebra carbón o
cavaróncol
Bello semblante
de los tallos que te cerraban
descortezas
los miembros
por
los tallos profundos, profusos de amante oscuro
Casta como filo de espada
orca y arpía por la castración
inmensa
en la floresta tanto que
aun
cuando haya un trasplante cruento arriesga
y
mucha linfa llora por ello
y
Norma en cualquier lado se desmaya en dolores capilares
Sede de astrología astronomía
bienes inviscerados por cuerpos de bosques,
mapa, ombligo de tautologías.
El cavaróncol asume
El cavaróncol asume
todo
el carbón que es bosque amante oscuro,
carbón
luz.
Río
al alba
Río al alba
agua infecunda tenebrosa y leve
no me arrobes la vista,
no las cosas que temo
y por las que vivo
Agua inconsistente agua incompleta
que hueles a larva y traspasas
que hueles a menta y ya te ignoro
agua luciérnaga inquieta a mis pies
de dactilografiadas logias
de flores demasiado queridas te desprendes
te inclinas y vuelas
más allá de El Montello y del inmaduro amado rostro
porque yo nada espero de la primavera.
Traducción de José Luis Fernández Castillo