A veces está uno haciendo cualquier cosa, concentrado en la lectura o la caligrafía por ejemplo, y de pronto surge la impresión de que la realidad –ese instante, los objetos que me rodean, el encadenamiento de causas y efectos que sostiene el equilibrio del mundo– va a detenerse, a alterarse dramáticamente, a romperse por algún sitio y revelar su falsedad profunda; en algún instante va a aflorar un pequeño hecho sobrenatural –la ingravidez de un objeto, la combustión espontánea de un pedazo de papel– y ese pequeño hecho va a abrir consigo el abismo por donde caerá mi vida, mi memoria, mi cuerpo.
Traducción de José Luis Fernández Castillo
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